lunes, 18 de mayo de 2009

Cannes 2009: Y Von Trier se sacó la polla

... y nos meó a todos, aunque me queda la duda si fue una meada o una eyaculación furtiva. En un festival, donde hasta el momento el tedio irrumpe la gran mayoría de las proyecciones, que Von Trier haya decidido indignar de sobremanera a las plateas, me parece un ejercicio de soberana genialidad. Digámoslo claro, Anticristo es una basura de película, una revisión psicoterapeutica de los torture porn de Eli Roth, James Wan o Darren Lynn Bosumann. Ni siquiera las intenciones pictóricas del danés, que trata por todos los medios de recrear el infierno al más puro estilo Milton, William Blake o incluso Goya, dan algo de patina de calidad a la película, sobretodo cuando se abusa de un aintiestético zoom digital y se eligen esos encuadres aberrantes.


Nunca un personaje acabó más parecido a su parodia, el Von Trier de Anticristo acaba siendo engullido por Von Trier encarnado por Joaquín Reyes. Los postulados fílmicos que hacía gala el manchego es su imprescindible Celebrities, acaban por resultar verdades irrebatibles una vez vista la película. Charlotte Gainsbourgh se pasea desnuda por el bosque gritando "Bastard" y es imposible no recordar las palabras de Reyes sobre Los Idiotas y el lucimiento de "choteras" justificado por el guión.
Sabedor de su papel de agitador oficial del cine europeo, el cineasta decide ofrecer un ejercicio fílmico interactivo que pone a prueba al crítico y su capacidad de reacción ante un film decididamente aleatorio. Para el recuerdo dos planos: un zorro mirando a cámara para interpelar "Chaos Reigns (El caos reina)" y la dedicatoria final hacia Tarkovski.

Ayer tuve el grave desliz de no comentar nada, falta de sueño y lucidez one more time, de una de las películas que mejor recibimiento ha tenido y que de momento encabeza el cuadro crítico de Variety. Un prophete es la nueva película de Jacques Audiard, realizador hasta ahora casi ejemplar y que había destacado con la magnífica De latir mi corazón se ha parado. Su nueva película es un drama carcelario sobre un joven musulmán, delincuente de poca monta que llegará a convertirse en un auténtico hampón del crímen. Realizada con pulso y buen tino narrativo, de hecho se acoge a todos y cada uno de los cánones de este particular subgénero, el tono liberal reaccionario de la película y su absoluta falta de innovación acaban lastrando un producto que como digo está rodado con un buen hacer casi intachable. La idea de que el individuo alejado de la soceidad y que a través de su inserción en los mecanismos gubernamentales (prisión) acabe siendo corrompido por ellos hasta convertirse en un peligro por la sociedad es simplemente deleznable. Audiard comentó en la rueda de prensa sobre su inspiración en las series de televisión americanas, algún crítico rescató que la película bebía de The Wire (ultimamente todo bebe de la creación de David Simon, lo que tienen las modas...), yo creo que ni siquiera llega se puede acercar a Oz y que acaba convertida en un nuevo El precio del poder para los jovenes musulmanes de los suburbios de Marsella. Roba lo que quieras, pues el sistema te ingresará en prisión y te dará la posibilidad de convertirte en un "gangster". Aquí no existe el castigo, la oportunidad de redención o el peso de la culpabilidad, el final acaba glorificando la violencia y los hechos concurridos, el mal ha triunfado y con una legión de fieles soldados dispuestos a seguir sus pasos. Film muy peligroso ideológicamente.

¿Por donde empezar con Agora? No lo sé. Podría comenzar diciendo que Amenábar ha creado un nuevo género llamado Peplum Pagafantas. Podría decir que la ensimismación del chileno (¿Conviene cambiarle de nacionalidad según convenga su éxito o su fracaso?) con la astronomía me recuerda a la del niño que acaba de visitar el planetario y sueña con ser astronauta o que la complejidad de las tramas entre personajes está cerca de cualquier película de instituto. Me cuesta encontrar algo salvable en Agora, su mensaje pacificador entre religiones y credos es tan bienintencionado como ridículo -continuemos con la alegoría del niño que en este caso quiere salvar el mundo pidiendo que todos sean buenos-, la revindicación de una figura histórica femenina queda solapada por el empeño ridículo de Amenábar de dar una lección histórica de astronomía (si bien habría que recordar tanto a Gil como Aménabar que dar cierta veracidad histórica y situar la existencia de Hipatia en la Biblioteca de Alejandría son cosas contrarias). Todo acaba confluyendo cuando Amenábar explica que lo más complicado del proyecto fue encontrar el título y que Agora le resultó perfecto por ser el centro donde se reunían todas las religiones a discutir sus postura. Una metáfora tan tontorrona como el mensaje final de convivencia de todos los pueblos.
Amenábar ya ha tenido su capricho, rodar una película de época con gran presupuesto, con otra estrella internacional de carrera sólida y ha gastado 140 minutos de metraje para hacer su propio juguete sobre su nueva obsesión: la astronomía. En el fondo su jugada no difiere mucho de la de Ridley Scott en El Reino de los Cielos, dirigir épicas abigarradas en desuso y combinarlas con mensajes liberales del siglo XXI que calen de manera fácil y nada sutil. Si me obligan a quedarme con algo, es con la interpretación de Max Minghella, que salvo a base de miradas y contención un personaje tan aburrido y plano como toda la película.

Al final Nobuhiro Suwa salva mi día y puedo coger el último pase del mercado para ver Yuki y Nina, una deliciosa historia de realismo mágico. Donde Miyazaki y Naomi Kawase parecen darse la mano.

PD: Se rompe el mito de las fiestas del festival. Acudo a la fiesta de estreno de Agora y acaba resultando tan desarbolada como la propia película. Mucho periodista español dispuesto a aprovechar malamente la barra libre, cubatas calientes y escasa comida. La recesión no tiene nada que ver, creo que las míticas fiestas de Cannes deben ser como los mundiales de futbol para Uzbekistán, pasa una cada cuatro años y nunca estaremos invitados. Al menos aprovecho la fiesta para saciarme de alcohol y charlar brevemente con Darren Aronofksy.

1 comentario:

Stefan dijo...

¡Jajaja grande, R.!